La Ka’ba es un lugar especial. Conmemoramos la fe y la sumisión de Abraham
y su hijo. También celebramos el amor de madre de Agar. El amor de madre es el
mayor entre los amores humanos. Agar tipifica muy bien este amor. Ella combina
este amor con su confianza inquebrantable en Dios. Abraham recibió
instrucciones de dejarla a ella y a su pequeño hijo Ismael cerca del montículo que
alguna vez fue la Ka’ba. En este lugar desolado, sin siquiera un alma ni una
sola fuente de agua, él los dejó con una bolsa de cuero que contenía algunos
dátiles y un pequeño odre conteniendo un poco de agua, y volvió a casa. La
madre de Ismael lo siguió diciéndole: “¡Oh Abraham! ¿A dónde vas, dejándonos en
este valle donde no hay una sola persona cuya compañía podamos disfrutar, ni
hay nada (qué disfrutar)?”
Ella le repitió esto muchas veces, pero
él no volteó a verla. Entonces ella le preguntó: “¿Allah te ha ordenado que
hagas esto?”
Él dijo: “Sí”.
Ella dijo: “Entonces, Él no nos
abandonará”.
¡Qué confianza ejemplar en su Dios
Amado! Ellos sabían que el Causante de todas las Causas les proveería. Agar
lactó a Ismael y bebió del agua (que tenía). Cuando el agua se terminó, ella y
su hijo sintieron sed. Ella comenzó a ver a Ismael retorciéndose en agonía y lo
dejó, pues no era capaz de mirarlo, y vio que la montaña de Safa era la más
cercana a ella en esa tierra. Subió a ella y comenzó a mirar con insistencia al
valle buscando ver a alguien, pero no pudo ver a nadie. Entonces bajó de Safa,
y cuando llegó al valle, se levantó el manto y corrió por el valle como una
persona en peligro y en problemas, hasta que cruzó el valle y alcanzó la
montaña de Marwa donde se paró y comenzó a mirar, esperando ver a alguien, pero
no pudo ver a nadie. Ella repitió esto (corriendo entre Safa y Marwa) siete
veces. Dios amó esta muestra desinteresada de amor maternal tanto, que cada
peregrino a Su Casa Santa debe correr 7 veces entre los picos gemelos de Safa y
Marwa.
Cuando ella llegó a Marwa (por última
vez) escuchó una voz y se quedó en silencio escuchando con atención. Oyó la voz
de nuevo y dijo: “¡Oh, (quienquiera que seas)! Me has hecho escuchar tu voz,
¿tienes algo que me sea de ayuda?” Y he aquí que vio a un ángel en el lugar de Zamzam,
cavando la tierra con su talón hasta que fluyó agua de ese lugar. Ella comenzó
a hacer una especie de cuenco alrededor de ello, usando su mano para tal fin, y
comenzó a llenar su odre de agua con las manos, y el agua siguió fluyendo
después que ella recogió una parte. Este regalo maravilloso de Dios aún no se
ha detenido. Millones vienen cada año y llevan con ellos galones y galones del
Agua Bendita, y aun así el pequeño pozo no se seca. La Meca es un lugar
especial.
En celebración de los dos eventos
trascendentales en la familia de Abraham, recordamos que la Voluntad de Allah
siempre trabaja para nuestro bien mayor. Al final, todo salió bien para la
familia de Abraham; y al final, si confiamos en Él, todo saldrá bien para
nosotros. De Él venimos y a Él hemos de regresar.
La Ka’ba es un lugar especial. Es
sobrecogedor estar en compañía de 3 millones de hermanos y hermanas en la fe,
todos envueltos en blanco, humildes. Del mayor de los reyes al más humilde de
los obreros están vestidos igual. Ellos se paran hombro con hombro, corren lado
a lado y se dan unos a otros el saludo de paz. Gente de todas las razas se
mezclan como iguales. Blancos, negros, amarillos y cafés, todos vienen juntos
en armonía ante su Amado. En esta pasión ardiente por el más Amado, no hay
distracción. ¡El Único que importa! Es maravilloso levantar el rostro y verse
frente a frente con la Ka’ba. Toda una vida dirigiendo sus rostros, cinco veces
al día, hacia su Qiblah, la Sagrada Ka’ba, y ahora la ven justo frente a
ellos en toda su gloria y majestad. Saborean la dulzura de volver a Casa
mientras exclaman “Labbaika Allah Humma labbaik, labbaika la sharika laka
labbaik. Innal hamda wan ni’emata laka wal mulk,
la sharika lak” (¡Aquí estoy, Oh Allah, aquí estoy!
No tienes asociados, aquí estoy. ¡Ciertamente las alabanzas y los favores Te
pertenecen! Todas las alabanzas son para Ti y el Reino Te pertenece y no Te
asociamos nada.
Circunvalamos alrededor de la Ka’ba Sagrada
proclamando mientras llegamos. Damos vueltas alrededor de la sombra terrestre
del Polo, recordando mantener a nuestro Amado en el centro de nuestras vidas.
Recordamos mantenerlo a Él al frente de nuestras vidas y en el centro de
nuestra existencia.
Señor, acepta el Hayy de todos nuestros hermanos y hermanas musulmanes, a quienes has dado la gracia de Tu Presencia en Tu Casa Exaltada. Danos la gracia de poder visitarte algún día. ¡Oh, Allah!, no existe nadie merecedor de Amor, Adoración y Sometimiento más que Tú. Permítenos amarte, adorarte y someternos a Tu Presencia y a Tu Deseo y Voluntad. Amín.