Como se ha mencionado anteriormente, la
definición de adoración en el Islam es holística, incluyendo todo lo que una
persona percibe, piensa, pretende, siente, dice y hace. Significa todo lo que
Dios requiere externa, interna o interactivamente del creyente. Esto incluye
los rituales así como las creencias, el trabajo, las actividades sociales y el comportamiento
personal.
Hay una distinción entre lo que es bueno,
lo que es malo y lo que es indistinto. Algo bueno es lo que va de acuerdo al propósito
y naturaleza de la creación de Dios. Lleva a la armonía y es, por lo tanto,
una recompensa en sí misma porque remueve el conflicto y el sufrimiento. Quien
sea que siga estos principios constituyen una forma de adoración.
El significado de adoración en el Islam implica
que el total de la vida sea un acto de adoración, porque el objetivo de la vida
es complacer a Dios, y eso se logra haciendo el bien y erradicando el mal. Una
persona puede convertir las actividades de cada día en actos de adoración al
purificar su intención y buscar sinceramente complacer de Dios en esas
actividades. El Mensajero de Dios, que Dios exalte su mención, dijo:
“Ayudar a una persona o subir sus
pertenencias en su montura es un acto de caridad. Una palabra alentadora es
caridad. Cada paso realizado en el camino hacia las oraciones es caridad. Remover
un obstáculo del camino es caridad.” (Sahih Al-Bujari)
Ganarse la vida puede ser una forma de
adoración. Los Compañeros vieron a un hombre y quedaron atónitos por su duro
trabajo. Se lamentaron diciendo: “Si sólo estuviera trabajando de esa manera
por la causa de Dios…”.
Pero el Mensajero de Dios dijo:
“Si está trabajando para mantener a
su pequeños, entonces es por la causa de Dios. Si está trabajando para
mantener a sus padres ancianos, entonces es por la causa de Dios. Si está
trabajando para ocuparse de sí mismo y cubrir sus necesidades, entonces es por la
causa de Dios. Si, por otro lado, lo está haciendo para mostrarse y ganar
fama, entonces está trabajando por la causa de Satanás.” (al-Mundhiri, as-Suyuti)
Hasta los actos más naturales pueden
convertirse en actos de adoración si son acompañados por la intención adecuada:
el Mensajero de Dios dijo:
“Mantener relaciones sexuales con la esposa es un acto de caridad.” (Sahih Muslim)
Lo mismo puede decirse de comer, dormir,
trabajar y los rasgos de buen carácter, tales como la confianza, honestidad,
generosidad, coraje y humildad, pueden transformarse en adoración a través de
sinceras intenciones y obediencia a Dios.
Para que las acciones mundanas puedan ser contadas
como actos de adoración que merezcan la recompensa divina, deben cumplirse las
siguientes condiciones:
A. Las acciones deben ser
acompañadas por una intención benévola. El Mensajero de Dios dijo:
“Las acciones dependen de las intenciones; la persona obtiene una recompensa acorde a su intención.” (Sahih Al-Bujari)
B. Las acciones deben ser legales en sí mismas. Si la acción es algo prohibido, quien la cometa
merece castigo y no recompensa. El Mensajero de Dios dijo:
“Dios es puro y bueno, y acepta sólo lo que es puro y bueno.” (Sahih Muslim)
C. Los mandamientos de las leyes
islámicas deben ser observados en orden de importancia. Se debe evitar el
engaño, la opresión y la iniquidad. El Mensajero de Dios dijo:
“El que nos engaña no es de los nuestros.” (Sahih Muslim)
D. La acción no debe evitar que la
persona desarrolle sus obligaciones religiosas. Dios dice:
“¡Oh, creyentes! Que vuestros bienes y vuestros hijos no os distraigan del recuerdo de Dios.” (Corán 63:9)
Como vemos aquí, el concepto de adoración
en el Islam no se restringe al celibato, meditación o reconocimiento de la realidad en la que Dios nos ha
creado, tampoco se basa en el mero ritualismo ni desarrollo de ciertas acciones
sin espíritu. En cambio el Islam ha combinado lo interno y lo externo y ha
definido la virtud y su recompensa. Ese es el concepto de adoración a través
del cual los seres humanos podemos completar el propósito por el cual hemos
sido creados. Dios dice en el Corán:
“Por cierto que no he creado a los genios y a los hombres sino para que Me adoren.” (Corán 51:56)
Los seres humanos no debemos vivir acorde
a nuestras pasiones, automatismos, condicionamiento mental, ni a lo que dicta
la sociedad, la política o las autoridades, sino de acuerdo al propósito cósmico
inherente a nosotros; la adoración de Dios.
“Conságrate [¡Oh, Muhámmad!] al monoteísmo, que ello es la inclinación natural con la que Dios creó a los hombres. La religión de Allah es inalterable y ésta es la forma de adoración verdadera, pero la mayoría de los hombres lo ignoran.” (Corán 30:30)
Cuando uno vive su vida cumpliendo con estos
preceptos que Dios ha ordenado, dejando lo que Dios ha prohibido, y convirtiendo
cada una de sus acciones en algo que complazca a Dios, su vida, desde la mañana
hasta el atardecer, desde el nacimiento hasta la muerte, se convierte en un
acto de adoración por el cual será recompensado. Este era el estado de los
profetas, como Dios ha dicho:
“Diles: Por cierto que mi oración, mi ofrenda, mi vida y mi muerte pertenecen a Dios, Señor del Universo.” (Corán 6:162)
Cuando se logra este estado, se alcanza la
armonía con el resto de la creación y se vuelve al estado natural, como todos
los seres creados por Dios quienes están en constante adoración a Dios, como se
menciona en el Corán:
“¿Acaso no ves que se prosternan ante Allah quienes están en los cielos y la Tierra, y el sol, la luna, las estrellas, las montañas, los árboles, las bestias, y muchos de los hombres?” (Corán 22:18)