Alhamdu lil-lah (gracias a Dios), he sido bendecido por Al-lah con el regalo del
Islam desde 2006. Cuando me pidieron que escribiera sobre el camino que tomé y
cómo Al-lah me bendijo, lo dudé. He visto a otros caer en las redes de la fama
personal al contar cómo llegaron al Islam, y yo sabía que no quería tener el
mismo desafío.
Les pido que tomen esta historia como
la obra de Al-lah y se enfoquen en Su misericordia y en Su grandeza en lugar de
en mi historia en particular, in sha Al-lah. Nadie llega al Islam sin la
misericordia de Al-lah, y es Su obra, no la del converso, la que realmente
importa.
Nací en una familia nominalmente católica
romana en Upstate, New York. Tuve una madre católica romana y un padre
presbiteriano que se convirtió al catolicismo para casarse.
Asistíamos a la iglesia los domingos y
pasé por el catecismo, la primera comunión y finalmente la confirmación dentro
de la Iglesia Católica Romana. Cuando era joven, comencé a sentir el llamado de
Al-lah, yo lo interpreté como un llamado al sacerdocio católico, y así se lo
dije a mi madre. Ella, complacida con esto, me llevó a conocer al sacerdote de
nuestra parroquia.
Afortunada o lamentablemente, este
sacerdote en particular no estaba feliz con mi vocación, y me aconsejó que me
mantuviera alejado del sacerdocio. Esto me molesta aún hoy en día, no sé cuán
distintas hubieran sido las cosas si su respuesta hubiera sido más positiva.
De ese resplandor temprano con la
llamada de Al-lah, y debido a mi propia necedad y a mi adolescencia, me fui al
extremo contrario. Mi familia se separó cuando yo tenía siete años y sufrí la
pérdida de mi padre, que no estuvo presente después del divorcio.
A partir de la temprana edad de 15
años, comencé a interesarme cada vez más en los clubes nocturnos y en las
fiestas que en el Señor del universo. Soñaba con hacerme abogado y luego
político, con un penthouse en Manhattan, para así poder mantener un
estilo de vida fiestero.
Después de graduarme con honores de la
secundaria, fui brevemente a la universidad, pero mi propio enfoque retorcido
me sacó de la universidad y me mudé a Arizona (donde aún sigo viviendo) en
lugar de obtener mi título.
Esto es algo que lamento hasta la
actualidad. Una vez en Arizona, mi situación fue de mal en peor. Me encontré
con una gente mucho peor que la que me rodeó antes, y comencé a usar drogas.
Debido a mi falta de educación, trabajé en labores mal remuneradas y continué
malgastando mi tiempo en drogas, promiscuidad y sitios nocturnos.
Durante esa época, tuve mi primer
encuentro con un musulmán. Era un tipo amable que asistía a una universidad
local como estudiante foráneo, estaba saliendo con una de mis amigas y a menudo
nos acompañaba a discotecas y otras fiestas a las que asistíamos. Nunca discutí
el Islam con él, pero sí le pregunté sobre su cultura, que él compartió
libremente. El Islam no salió como conversación. De nuevo, me pregunto cuán
distintas habrían sido las cosas si él hubiera sido un musulmán practicante.
Mi mal estilo de vida continuó durante
algunos años, y no voy a entrar en detalles. Me gané un montón de traumas,
gente que conocí murió, fui apuñalado y sufrí otras heridas, pero esta no es
una historia acerca de los peligros de las drogas.
Solo lo menciono para asegurarte que
no importa dónde estés, Al-lah puede regresarte a Él, in sha Al-lah.
Avanzaré al momento en que me desintoxiqué y quedé limpio de drogas. Parte del
proceso de desintoxicación es establecer una relación con un "poder mayor".
Para la mayoría de la gente, ese es
Dios o alguna otra expresión de divinidad. Hacía mucho tiempo que había perdido
mi conexión con Dios, así que fui en busca de mi poder superior. No encontré la
verdad en un comienzo; en lugar de eso, me fui al hinduismo, que me atrajo por
su explicación de por qué el sufrimiento me había ocurrido.
Entré en él e incluso me cambié el
nombre por un nombre hindú. Eso fue suficiente para mantenerme lejos de las
drogas y cambiar mi vida en una dirección más positiva, por lo que estoy
agradecido. Finalmente, comencé a sentir de nuevo el llamado de Al-lah. Esto
comenzó a mostrarme que, para mí, el hinduismo no era el camino verdadero.
Al-lah siguió empujándome hasta que
dejé el hinduismo y comencé a regresar al cristianismo. Me acerqué a la Iglesia
Católica Romana para hacerme sacerdote, ya que sentía que era a eso a lo que
Al-lah me llamaba, y ellos me ofrecieron educación y un puesto en un monasterio
en Nuevo México. En esa época, mi familia (madre, hermano y hermana) se había
mudado a Arizona y yo tenía relaciones muy cercanas con muchos amigos.
Sobra decir que yo no estaba listo
aún. Sin embargo, encontré una iglesia independiente en la que podía estudiar a
través de su programa de seminario desde casa, y ser ordenado y asignado donde
ya estaba viviendo. Esta iglesia católica independiente también apeló a mis
ideales liberales que había desarrollado a lo largo de mis años de vida ruda.
Asistí a su programa de seminario y me ordené como sacerdote en 2005.
Mi primer ministerio en mi nuevo rol
fue el de relaciones interreligiosas. Mi misión era visitar y aprender acerca
de las diferentes tradiciones religiosas en el área de Phoenix Metro y
compartirles un mensaje interreligioso de paz y entendimiento desde mi iglesia.
La mayoría eran tradiciones cristianas
que yo ya conocía y había estudiado. Me acerqué al judaísmo y otras religiones
de Lejano Oriente. Yo era lo que se conoce como un sacerdote obrero, es decir,
tenía un trabajo al mismo tiempo que hacía mi ministerio. Había dejado de
trabajar en una corporación estadounidense para laborar en una agencia de salud
conductual.
Mi puesto estaba calle abajo de una
mezquita. Pensé que esa era mi oportunidad para aprender sobre el Islam para
mis relaciones interreligiosas. Fui a la mezquita y conocí a muchos hermanos
agradables que me dirigieron a la mezquita de Tempe, Arizona.
También comencé a leer sobre el Islam de
manera independiente, y me sorprendí por lo emocionado que me sentía con lo que
estaba leyendo. Al-lah me tenía, pero yo todavía no lo sabía. Fui a la mezquita
de Tempe y me reuní con un maestro maravilloso, Ahmad Al Akoum.
El hermano Al Akoum, que es el
director regional de la Sociedad Musulmana Estadounidense, tenía una clase
abierta de introducción al Islam para personas de todas las religiones, y
comencé a asistir a ella. Mientras iba a esas clases, comencé a ver que el
Islam es la verdad. Se requirió poco tiempo para que diera mi Shahada en
la mezquita de Tempe con el Shaij Ahmad Shqeirat. Tanto el hermano Al
Akoum como el Shaij Shqeirat son grandes hombres, y sin ellos no habría
estado tan cómodo entrando al Islam. Renuncié a la iglesia y he sido musulmán
desde entonces, Alhamdu lil-lah.
Mi vida ha cambiado dramáticamente
para bien desde que abracé el Islam. Al principio, mi familia se entristeció
porque dejé el sacerdocio, ellos no entendían e incluso le temían al Islam.
Pero ya que mi forma de interactuar con ellos, basada en mi felicidad creciente
y en mi empeño por apegarme al Corán y la Sunna, ha cambiado, ellos lo han
visto como algo bueno.
El hermano Al Akoum sabía que el
primer año siempre es el más difícil para el converso. A fin de disminuir el
estrés de ello, se aseguró de que yo fuera incluido en muchas actividades comunitarias,
y así conocí a muchos buenos hermanos practicantes. Es solo a través del
contacto de otros musulmanes que un converso puede tener éxito.
Un converso abandonado a su suerte
puede sentirse totalmente desalentado, y su fe se puede desvanecer, así que, si
conoces a un converso, por favor, visítalo al menos dos veces a la semana. He
avanzado más en mi trabajo gracias a mi nueva base como musulmán. Me he
convertido en administrador de un programa que busca prevenir el abuso de
drogas y alcohol, el VIH y la hepatitis en poblaciones de alto riesgo.
Me he convertido en voluntario no solo
en la Sociedad Musulmana Estadounidense, sino también en el Centro de la
Juventud Musulmana de Arizona y en otras causas musulmanas. Recientemente fui
nominado a la junta de la mezquita de Tempe, donde hice mi Shahada. Alhamdu
lil-lah, esto también ha aclarado quiénes son mis verdaderos amigos y
quiénes no.
Ahora tengo pocos amigos no musulmanes, pues ya no participo en las actividades que ellos suelen elegir para divertirse, pero he desarrollado amistades valiosas con hermanos musulmanes que son mejores que cualquiera que haya tenido en el pasado. In sha Al-lah (si Dios quiere) iré a estudiar fiqh para promover la causa del Islam y beneficiar a la Umma que amo. Todo esto ha sido a través de la gracia de Al-lah, y solo los errores son míos.