Crecí en un hogar moderadamente cristiano
en Colorado. La religión nunca fue un asunto importante en mi casa. Mi padre
fue criado como mormón, mi madre como protestante. Mientras crecí en la
adolescencia me volví curiosa acerca de Dios, preguntándome si Él existía y, de
ser así, qué significaba eso para los seres humanos. Estudié con sinceridad la
Biblia y otras literaturas cristianas. Incluso cuando estaba en el colegio, noté
que había discrepancias aparentes en la Biblia, particularmente en lo concerniente
a la naturaleza de Jesús (que Dios exalte su nombre). En algunas partes parecía
decir que él era Dios; en otras, el hijo de Dios; y en otras, solo humano. Sin
embargo, pensé que estas discrepancias existían solo porque yo no entendía
verdaderamente lo que estaba leyendo. Primero acudí a la Iglesia de Dios
luego de recibir literatura de ellos por correo. Quedé impresionada porque
ellos se aproximaban a la religión de una manera mucho más lógica y científica
que lo que yo había visto antes. Ellos seguían prácticas tales como no comer
cerdo, guardar los mismos días santos que Jesús, etc. Asistí a sus servicios
una vez, pero por alguna razón no seguí yendo.
Cuando fui a la universidad, me
involucré en estudios de la Biblia a través de la Cruzada del Campus por
Cristo. Yo quería realmente entender la verdad de Dios, pero simplemente no
podía ver qué era y pensé que los estudios de la Biblia me ayudarían. Y lo
hicieron. Alrededor de la misma época, conocí a un hombre musulmán. Me causó
curiosidad por qué él oraba en la forma en que lo hacía, entonces empecé a leer
el Corán. Pronto me di cuenta que había un aspecto del Islam que yo había
extrañado en el cristianismo: la adoración. Todas las oraciones que siempre
había oído consistían en su mayoría de “yo quiero esto, yo necesito esto, por
favor dámelo”, con la única adoración real siendo “gracias Jesús por morir por
mis pecados”. Yo me preguntaba: ¿qué hay para Dios? Estaba convencida que el
Dios del Islam era el mismo Dios que aquel en el que yo creía, pero aún seguía
insegura acerca de quién era Jesús. Tenía temor de creer que él no era el hijo
de Dios, porque toda la vida fui enseñada que tal creencia significaba un
castigo eterno en el fuego del Infierno.
El líder de mi estudio bíblico había
hecho trabajo misionero para musulmanes en Argelia, entonces decidí hacerle
algunas preguntas, porque en ese momento estaba un poco confundida. Le pregunté
qué le pasaría a mi amigo musulmán, y él me dijo que se iría al Infierno, sin
lugar a dudas. Le pregunté cómo el Corán, que era tan similar a la Biblia,
podía ser falso. El dijo que era un instrumento del demonio para persuadir a la
gente a la incredulidad. Finalmente, le pregunté si él había leído el Corán, con
el fin de hacerle luego una pregunta específica acerca de algo que había leído
en él. El contestó: “No. Traté, pero me hace enfermar del estómago”. Estaba
asombrada y pronto me fui. Este hombre, a quien yo respetaba como un líder
informado, que había trabajado con musulmanes varias veces, no sabía tanto
sobre el Islam como yo había aprendido en pocos meses y, sin embargo, él no era
cuestionador ni curioso. Él estaba seguro que mi amigo se iba a ir al Infierno
y que el Corán era un trabajo del diablo. De pronto me di cuenta de que no
había manera de que él estuviera seguro a menos que hubiera estudiado, y
claramente no lo había hecho. Esta fue mi pista más grande de que el Islam era
el camino a la verdad de Dios. Alhamdulillah (Alabado sea Allah) que tuve esa
conversación.
Yo empecé a estudiar más el Corán, y en
algunos meses dije la Shahada [declaré y acepté el credo del Islam]. Eso fue
menos de un año atrás. Aún estoy aprendiendo, luchando por encontrar la verdad
de Dios. Estoy tan agradecida de que Dios me hubiera guiado así. ¡Aquí hay una
religión de verdad, la cual puede sostenerse frente a cualquier prueba de
lógica y razón! Justo como yo siempre pensé que la religión debería ser. Debe tener
sentido, debe ser lógica.
Así fue como llegué al Islam. Sin
embargo, creo que debe ser dicho que estoy agradecida de que no conocí muchos
musulmanes antes de volverme musulmana. En la universidad a la que yo voy, la
mayoría de los musulmanes son fríos y distantes. Ellos parecen ser críticos de
cualquiera que sea o parezca ser no musulmán. Si yo hubiera conocido a esas
personas, me hubiera alejado del Islam debido a que sus representantes parecen
tan fríos. Los musulmanes tienen un increíble mensaje que compartir ¡el mensaje
de la Verdad! Yo no tenía ni idea de lo que era el Islam antes de que conociera
a mi amigo, si los norteamericanos entendieran lo que es, ellos serían más
abiertos, porque el Islam es la VERDAD.
También, creo que debe ser dicho que esta es una de las cosas más difíciles que he hecho. Convertirme al Islam me ha obligado a ser desobediente con mis padres, porque ellos no están de acuerdo con cosas tales como ayunar, usar el velo o evitar comidas prohibidas. Ellos piensan que esto es una tontería, y yo tengo que luchar todo el tiempo para hacer lo que creo y al mismo tiempo tratar de no perder a mi familia. No he empezado a usar el velo aún, pero quiero hacerlo pronto. Tengo temor de que al hacerlo pueda ser repudiada (al menos temporalmente), pero aún estoy ansiosa de hacerlo, porque quiero ser modesta ante Dios de la forma ordenada para las mujeres.